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04 marzo 2007

JUSTICIA DIVINA "A CASI DIEZ AÑOS DE UNA MUERTE SEGURA"


JUSTICIA DIVINA
Era una noche fresca de otoño, allá por el año1997; en mi reloj faltaban 20 minutos para la hora 22:00 y como de costumbre, aun no había finalizado mi ajetreada jornada pues, por aquellos días me encontraba realizando la inteligencia para dar con la banda de los restaurantes, cuyo caso, en otro momento les contaré...
Cansado y con un enorme deseo de llegar a casa, estacione el automóvil frente a la entrada del edificio dando aviso que había llegado pero, que aun tenía una visita pendiente a no más de 300 metros de casa y por lo que regresaría en algunos minutos para compartir la cena en familia...



Eran aproximadamente las 21:45, cuando me encontraba atravesando la intersección de la calle San Luis con la calle Jean Jaures, había oído unas detonaciones que en principio, mal imaginé, que podrían provenir de algunos petardos: por la fecha, ( 2 de Abril ) en que se conmemora el aniversario del desembarco en las islas Malvinas. Pero de repente, escuche que alguien pedía auxilio a viva voz, pidiendo la detención de un sujeto que a la carrera, avanzaba por la calle Jean Jaures, huyendo del lugar del robo ((autoservicio denominado “ARGENCHINA”,  situado en la calle Viamonte casi esquina con la calle Ecuador del barrio del Abasto)).


La calle estaba mal iluminada, y dificultaba a simple vista, distinguir lo que sucedía. Mi mayor sorpresa fue cuando observé en la penumbra, que un sujeto que venia a la carrera por la calle Jean Jaurés, disparaba su arma contra mí persona a quemarropa y a escasa distancia; calculo que a unos 10 metros más o menos, mismo aun cuando ni siquiera le hiciera gestos por coartar su escapatoria.


Todo ocurrió imprevistamente, la munición había rozado el lóbulo de mi oreja derecha, lo que produjo una reacción inmediata de llevar mi mano hacia ella, dado el intenso ardor producido por el roce milimétrico de un tiro que afortunadamente, no se incrustara en mi rostro.


Acto seguido, no saliendo todavía del asombroso suceso, el intrépido sujeto ya frente a mi, a solo un cuerpo de distancia, y con su brazo elevado, encañonó su arma sin titubeos en mi rostro, empujando el cañón de su revolver calibre 22 largo sobre mi frente, sin mediar palabra alguna...


De inmediato, escuche el clic del martillo golpeando contra el detonador del casquillo, seguido de la detonación de la bala. En el instante entre el clic y la detonación se produce un shock emocional tan agudo en mi persona que jamás he logrado olvidar, por un recuerdo en particular:“como una película cinematográfica a incalculable velocidad pasaron por mi mente todas las imágenes de mi vida desde la infancia hasta ese preciso instante”, de inmediato ví la muerte frente a mis ojos.


Aturdido por toda esta seguidilla de episodios, como perdido en tiempo y espacio en medio del confuso suceso, recuerdo al delincuente proseguir su carrera arma en mano y solo atiné a revisar mi frente buscando sangre “nuevamente la justicia de ese ser supremo al que comúnmente llamamos DIOS” milagrosamente me evitó una muerte segura, siniestra y desgarradora.


Mi rostro ardía como llama, y a estas alturas, solo podía pensar que mi vida había expirado, pero viéndome en pié y sin perder estabilidad física, ni observarme herido al tacto, reaccioné y me puse en carrera detrás del malhechor: un joven de unos 25 años aproximadamente, al que alcancé con una velocidad inusitada a 90 metros de distancia en algunos segundos, tirándome sobre él, reudiciéndolo de inmediato y desarmándolo, al momento que varias patrullas de las Comisarias 7ª y 9ª de la Policía Federal Argentina llegaban al lugar, advertidos por personal de Prefectura que custodiaba objetivos Israelitas en las cercanías.


La detención se produjo en la calle San Luis casi esquina Ecuador, y justamente llegaba al lugar el entonces Comisario René Jesús Derecho, por aquel entonces, Jefe de Estudios de Antecedentes Personales dependiente de la Superintendencia de Investigaciones de la Policía Federal Argentina, quien de inmediato se hiciera cargo del procedimiento.


Narrados los hechos al Comisario Derecho, quien ya se abocara a labrar las primeras actuaciones en el lugar, Derecho me hace saber examinando el arma que habían sido disparados cuatro tiros efectivamente y que la munición del último disparo misteriosamente quedara alojado en el cañón del revolver.


El arma tenia 8 alvéolos, 4 vainas estaban servidas y quedaban aun 4 municiones que estaban intactas...


El hecho fue caratulado como “ROBO, ASALTO A MANO ARMADA, ABUSO DE ARMAS Y TENTATIVA DE HOMICIDIO”.


El delincuente quien diera varios nombres y apellidos distintos, resultó ser identificado y sobre su persona existían innumerable cantidad de antecedentes penales e inclusive, varios pedidos de captura y un frondoso prontuario...


Como corolario de este hecho, más allá de haber sido víctima del salvaje accionar de una violencia desmedida, tuve al momento de detener a este criminal, que protegerlo de las víctimas de origen chino, quienes armados con cajones y palos querían azotarlo por el robo a su establecimiento comercial; evitando de esa manera que se haga justicia por mano propia y primando ante todo un razonamiento inviolable. El derecho de todo delincuente salvo caso de fuerza mayor, debe ser debatido por la justicia.


Este hecho singular, me ha enseñado algunas cosas:


La primera que no importa el grado de agresividad del delincuente para con uno, o para con los demás. No debemos ni podemos ponernos a su altura jamás! Debemos buscar que pague donde debe hacerlo: “en el ámbito de la justicia” por más injusta que sea muchas veces.


La segunda enseñanza: No es por casualidad que el primer disparo a corta distancia solamente haya rozado el lóbulo de mi oreja y que el segundo aun más certero que el anterior, quede trabado en el cañón del arma homicida.Eso ha dejado un mensaje claro y preciso en mi vida: La existencia Divina y un deber de asistir con mi profesión a quienes necesitan una mano solidaria.


Pude perder la vida aquel fatídico día inolvidable para mí, seguramente el delincuente como muchos otros días de su vida, ese lo habrá olvidado, porque considero que un delincuente no tiene conciencia...


Mismo así, cada día 2 de Abril festejo como un aniversario por estar vivo. Aun cuando sigo despertando muchas noches intentando escapar de aquella torturada sensación de estar siendo fusilado por la mano de un criminal, aun cuando DIOS haya puesto su dedo para evitar milagrosamente la salida de la munición de ese revolver en manos de un criminal...
Y festejo ese día porque desde ese instante he donado los años que me resten de vida para luchar en beneficio de la humanidad.



Dtve. Raúl Enrique BIBIANO

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